sábado, 21 de mayo de 2016

Enormidad

"Dedos"(2008) Nick Eberhardt
No entiendo el funcionamiento del universo y me declaro en total ignorancia al respecto. Tal vez su método, sistema o estructura es tan simple que, en algún momento, acabé perdiéndome en uno de sus terminales inalcanzables y –de todas formas– todo sigue funcionando como un reloj que nunca falla.

De pronto comenzó a sonar, nuevamente, “Lucha de gigantes” y resulta una analogía de tantas cosas: lo que fue, lo que soy y lo que pretendo ser. Un viaje inmediato a personas que estuvieron, que están y aquellos que –no tengo como saber si inevitablemente– estarán.

Por cierto, en “un mundo descomunal” es raro saber que el “ser” y el “estar” sean tan distintos y similares a la vez, ligados a una ausencia, existencia y permanencia del ser, o sea, una especie de objetos presos de su propia “fragilidad”, a la espera de algo que termine por salvarnos.

Dicen que cada día mueres un poco; sin embargo, yo creo que se muere varias veces en la vida y hoy es una de esas caídas que se pudieron evitar. En algún momento hemos tenido fracasos tan terribles en que muere un sueño y morimos con él. Intentamos continuar, pensando siempre en lo que pudo ser: “un sueño tonto”. Al menos queda un poco de consecuencia y racionalidad que no consuela internamente, sentirnos un poco menos quebrantables a la vez.

Momentos y experiencias traumáticas son las vuelven a replantear la existencia, la suma de errores cometidos, aunque sabes tiene una falla estructural, intentas explicar y seguir con nuevos bríos. Todo tiende a empezar de nuevo, las cosas toman su rumbo y el tiempo se convierte en eso, intentar un curso relativamente “normal” de la existencia, esperando que algo nos salve de nuestros propios miedos.

También dicen que cuando comienzas a recordar –y a añorar– es porque te estás volviendo un poco más viejo; yo creo que es debido a que no está funcionando algo, como quisiésemos que fuera. Años atrás, probablemente hubiese dicho que es parte del aprendizaje, que “algo” o “alguien” quiere ponernos una prueba en nuestro camino; en el presente, no es más que una falacia del autoengaño. Significa mirar nuestros actos, en perspectiva de lo que hemos construido y un intento –vano– de poder remediarlo.

A estas alturas, en que todo parece vacío, donde hemos asumido la responsabilidad de nuestros actos, más allá del conocimiento empírico y/o práctico que hayamos acumulado, terminamos preguntándonos: ¿Qué es la vida? Acaso es ¿La suma de experiencias que ni siquiera tienen un sentido para nosotros mismos? Es ¿Ser felices? Entonces, ¿Qué es la felicidad?

Sin duda, no pretendo dar respuestas a esas preguntas existenciales que todas las personas –racionales– nos hemos hecho, en algún momento de nuestra vida. Sólo intento entender contra qué “monstruo de papel” estoy luchando cada día, al que conozco y –que pese a todo– no pretendo dejar que gane esta batalla. Siempre existe una oportunidad –o esperanza– de algo que nos motiva a seguir. Y todo comienza una vez más…

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