viernes, 25 de marzo de 2016

Viernes Santo y otras nostalgias



Este viernes "santo" es diferente, en realidad, últimamente todos los días son diferentes. El tema es que todo cambia, tan rápido, sin sentido y me da pánico ser el protagonista de una historia en la que me sienta espectador.
Recuerdo que las decisiones más difíciles se basaban elegir ver entre algunas series de televisión que se proyectaban simultáneamente, elegir algún sabor de yogurt o de más grande elegir si asistir o no a alguna cátedra libre. Cuando eres adulto, de lo que te das cuentas porque hay miles de personas recordándotelo, esas decisiones parecen ser más complejas. De alguna forma te encuentras interfiriendo en procesos y proyectos de vida de otras personas y solo te das cuenta cuando todo está jodidamente perdido.
Si ya es un problema tener que asumir responsabilidades, un conflicto mayor es pensar profundamente, mirar adentro, buscando una respuesta que -tarde o temprano- aparece. Una idea que ronda en la cabeza como ánima buscado descanso, pero que no se es capaz de asumir ni de afrontar... y así pasan los días, semanas, años en que todo sigue igual, pero que algo ha cambiado.
Siento el agobio de una modernidad que no tiene más sentido que existir vacía y sola; de personas que se han quedado prendadas como un recuerdo que se diluyen con la llegada del amanecer y un presente líquido que fluye hacia el mar del sinsentido... Y esto que era un simple estado se convirtió en una reflexión sobre pasados que no pasan o de presentes perennes -que es peor-.

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